Mi amigo Cecilio de León, de Libros en Movimiento, es uno de mis escritores favoritos. Tiene muchos escritos cortos, está escribiendo su primer libro, es uno de mis personajes de mi futuro tercer libro, y es mi proveedor de Moringa. Hace poco me regaló este su más reciente escrito. Se los quiero compartir para que me den la razón de lo buen escritor que es. Antes le pongo un pensamiento de Alfonso Reyes, ni más ni menos, para que él se de cuenta de lo buen escritor que es.
Las obras más altas de la humanidad son ya, para nosotros, aquellas en que palpita todo un ser, con su personalísimo aliento y su misma vida: porque todo es efímero, sino lo que tiende a la íntegra manifestación, sino lo que tiende a la expresión.
Alfonso Reyes
Una visita tempranera.
Este quince de Febrero me salí, como siempre, a las seis y media de la mañana. Mañana fría, venteaba un aire del norte, de ese que dice uno: no tengo frio, y estas temblando. Estaba lloviendo desde en la noche. Al correr la puerta del barandal, me fije en el buzón. Por lo general nada mas llegan recibos de servicios, o cobros del Gobierno, pocas cartas amables, pero la culpa la tiene la tecnología, porque estamos muy cerca y muy lejos, y uno que le hace caso. Me quedé fijo en el buzón, en eso me saludo una dama, yo le devolví el saludo. La encontré temblando de frio y algo mojada, tenía sus hombros muy golpeados, se le había corrido el rímel de los ojos, sus mejillas, eso sí, encendidas, porque se le juntó el colorete con el lápiz de labios. Le note como palpitaba su corazón. Hasta aquí todo pasaba estando en la banqueta, la puerta del barandal seguía media abierta. Se me olvidó que debía de sacar el carro, ya que después no es posible, estorba el barandal. Ella me pregunta:
“¿Tienes mucha prisa?, ¿no me pides que pase?”
“Perdóname. Déjame llegar al porche, después saco el carro. Mira nomas como vienes”.
“No te fijes como vengo, lo bueno es que ya llegue”.
A través de su vestido mojado, se trasparentaba un corazón rojo, muy rojo, se quedó silencia, muy calladita por un momento. Le pregunto:
“¿Que andas haciendo, tu eres de aquí cerca?”
“No”.
“¿Te bajaron del tren de los hermanos de Centro América?”
“No”.
“Entonces, ¿te habían detenido por hay, te tendrían secuestrada?”
“No”.
“¿Se te hizo tarde en alguna fiesta?”
“No”.
Algo le note en el modo de platicar, algunas palabras me entendía, y otras se confundía. El pensamiento es veloz y me dije: a lo mejor es coreana, de los trabajadores que están llegando de la fábrica de autos de allá. Me dio la idea que venía de otra parte, me sonaba a más latina.
“¿Bienes de Puerto Rico?”
“No”.
“¿Otro país de Centro Americana?”
“No”.
“Ha ya se, te quedaste atrás de los patos que vienen del norte”.
“No”.
“Le tenias miedo a este juez de Texas que ya no quiere estudiantes de los nuestros”.
“No”.
“Entonces, ¿vienes para sacar tu tarjeta del IFE para votar en Junio?”
“No”.
Ya empezaba a desesperarse, me dice:
“Tu mucha platica, pero no me ofreces algo que tomar o comer, dame el pase al comedor, ahí está más calientito”.
“Discúlpame”.
Pasamos al comedor, nos sentamos y siguió la conversación:
“Se me hace que tu venias con las Mariposas Monarca que anida en Michoacán y Guerrero. Pero como están allá las cosas, te regresaste y
llegaste aquí”.
“Nooooooooo”.
Le note algo rara en una expresión que hizo. Estaba disgustada con el H. Gobierno de aquí. Dijo algo que no le entendí, algunas palabras en español y las otras no le entendía. En eso me dice:
“Es que los del H. Gobierno son como los Caracoles”.
“¿Y cómo son?”
“Te lo dejo de tarea”.
“No te digo que te viniste con las Ballenas que vienen a ahijar al mar de Cortes, porque estarías mas mojada”.
Y por estar platicando, se me pasó el tiempo, no fui a donde debía de ir en la mañana. Me dice:
“Sabes una cosa, quiero quedarme en tu casa. Ya vengo muy cansada. Me hicieron dar muchas vueltas, esperar largo tiempo. Ya no me
preguntes tanto”.
Yo, queriendo aclarar mis dudas, sigo preguntando:
“¿Cuándo saliste?, ¿de donde eres? Hoy es día 15 de Febrero
“Yo salí el día 22 de Diciembre”.
“Entonces tienes 52 días de camino”.
Empezó a platicarme que cuando la llevaban a la terminal:
“Escuché pláticas, como que me querían dejar. Resulta que me dejaron, en eso fue día 24 de Diciembre, y no trabajaron, el día siguiente igual. Ahí conocí a otras más que tenían otro destino y también retrasos. Me cambiaron varias veces de autobús y se escuchaban platicas: “Ya te equivocaste, debía de irse en otra corrida”. Me traían como badajo de campana. Sentí mucho frio, como que me dejaron olvidada. Me enteré que estaban cerradas las carreteras. Pero por el Amor de Dios, dame un abrazo. Que a mí me encargaron que se los diera”.
Me enseño su Corazón Rojo, brillante.
“Oye, ¿y la Señora de la casa donde esta?”
“Como está haciendo frio, todavía no se levanta. Pásale vamos para que la veas”.
Caminamos para que la saludara. Me sigue platicando:
“Y tus hijos, ¿están bien? Porque tus familiares de dónde vengo están muy bien, los extrañan mucho”.
Entonces nos dimos un abrazo. Lloramos de gusto, de mucha alegría. Ella llegó muy maltratada, pero tenía una misión de venir a vernos y ser la portadora. Su tenacidad fue mucha, nunca declino su ánimo, ella se fijó un reto de llegar y la cumplió. Siempre se alimentó de la esperanza, con mucha fe, mucha caridad, tenía un mensaje muy importante que dar.
“Viejita, viejita, llegó la tarjeta de Navidad de nuestra hija. Mira qué bonita está”.
Gracias hija, muchas gracias. Nos haces muy feliz
TU PAPÁ.
Cecilio de León