Hace algunas semanas organizamos un recorrido por los pueblos norestenses de Villaldama, Bustamante y Candela con 5 ex compañeros de universidad y un pilón.
Arrancamos con una visita guiada por las iglesias de Villaldama con el presidente del Patronato Cultural de Villaldama, NL. AC, el Ing. Héctor Villarreal. Antes, nos dio un recorrido por su acogedora casa. Llegamos a conocer la restauración que se está haciendo a la Iglesia de San Pedro Apóstol que se empezó a construir en 1697, pero no se terminó, tiene un segundo intento de construcción por uno de mis tatarabuelos en 1886, que tampoco concluyó, ahora con el apoyo de la asociación, deben de poderla terminar. Es un gran proyecto.
De ahí nos fuimos a la Parroquia, donde restauraron unas pinturas del siglo XVIII, tesoro histórico. Antes de salir de Villaldama, invitamos a Héctor a comer, el sugirió un restaurante de mariscos que está a la entrada del pueblo. ¿Mariscos en Villaldama? El Costa de Oro, muy bueno y con unos tarros de cerveza que refrescan hasta el más asoleado.
Esa primer noche llegamos a cenar unos taquitos de carne asada en la plaza de Bustamante y a dormir, al día siguiente nos esperaba una prueba muy dura.
El segundo día salimos para Candela Coahuila, donde ya nos esperaba el guía Manuel Roque, quien nos llevó en su troca al pie de la mística Mesa de Catujanos. La cierra se encuentra entre los municipios de Candela y Lampazos, tiene una impresionante superficie plana de más de 100 hectáreas. Arrancamos la subida a pie, de más o menos hora y media, con un inclemente sol. Íbamos con mucho ánimo, pero este empezó a flaquear a la media hora del recorrido cuando no se veía ninguna sobra. Se nos quemaron dos compañeros, y el grupo sube junto y baja junto, así que decidimos regresar sin tocar cumbre, sin llegar a la capilla donde está enterrado mi gobernador Vidaurri, ni las pinturas rupestres. Esos tesoros nos tendrán que esperar.
Bajamos y «de premio» nos fuimos a merendar un asado de puerco en el hotel Ancira, sería el hambre, sería lo bien que preparan el guiso, el caso es que chipamos el plato. Ahí platicamos con la mera jefa, doña Nina y con su hijo Felipe, doña Nina dice que mi abuelo le enseñó a hacer buen café.
Regresamos al hotel y a las 8 fuimos a recoger el costillar de puerco que el fotógrafo Lalo Caso, nos preparó toda la tarde en el horno de leña donde sus tías hornean las mejores semitas. Un manjar. Mientras recogíamos nuestra cena, las hermanas Caso nos pusieron al tanto de una seria amenaza para el pueblo. La cierra de Gomas, la de la cabeza de león, la de Bustamante, entra dentro de la zona donde se puede utilizar el sistema del fracking (fracturación hidráulica) para extraer hidrocarburos, además, los ejidatarios de la falda del cerro están de acuerdo en vender. Esto traería la escases de agua y con ello la ruina del pueblo. Acordamos informarnos y actuar junto con ellos.
Al día siguiente hicimos nuestro recorrido a las Grutas, metidos en esa hermosa cierra, muy buena infraestructura. De ahí le dimos la vuelta a la ex hacienda de Santa Julia, donde le estaba tocando el riego a Bony, siempre muy pendiente de la labor. Para después dirigirnos al cañón con todo lo necesario para comer unos New Yorks de 1″ asados a la leña, entre las majestuosas montañas y a un lado de la acequia. Un dominosito en la palapa del hotel y a dormir.
Domingo de empacar, desayuno, donde nos encontramos a Carlos Gomes, el cronista de Bustamante, quien nos pudo platicar del plan que tiene para revertir la amenaza del frackin, con quien acordamos participar, y donde Felipe Hernandez, nos repartió una punta de flecha de los originarios habitantes de esta zona, los alasapas. De ahí a recorrer panaderías y dulcerías para llevarnos las delicias que mantienen al pueblo.
Así terminamos nuestro recorrido que nos llenó de oxigeno, de ánimo, de gusto por tratar a gente que sabe vivir, y de ganas de ayudar a que los pueblos con sus historias, sigan siendo los hogares de buenas familias norestenses.