¿Cómo lo conocí? Yo sabía de su existencia. Ya varios maestros, como Amado Barrera, me lo habían mencionado, ya había visto algunos libros suyos. Un día Andrés Jasso me dice:
“Si te crees muy historiador, tienes que conocer a Fernando Garza Quirós. Se junta con mi papá a cenar una vez al mes”.
“No me creo, pero quiero ser. Avísame y vamos”.
Un jueves en la noche llegué al restaurante. Recuerdo irme acercando a esa mesa, ahora llena de nostalgia. Dos regiomontanos de los que ya no hay, mi amigo Andrés y yo. Don Humberto Jasso, norestense con estilo, dirigió la plática disfrutando cada palabra. Yo llevé una copia de mi primer libro “Soy Norestense” autografiado para el profesor Fernando Garza Quirós, que ni peló.
Andrés se la pasó cagado de risa, don Humberto puso interés a mi curriculum, el profe Armando no perdía oportunidad para retarme.
“Esto no lo sabes y lo deberías de saber …”
Esta fue mi primera y última cena. Esta tradición ya se estaba apagando. Otro miembro del grupo acababa de fallecer y la salud de dos de ellos seguía menguando.
Le llamé en varias ocasiones hasta que coincidimos en una visita que él estaba preparando para un exalumno suyo y su familia al Museo del Obispado. Partimos de su casa y eso me abrió las puertas para empezar mis visitas.
Con Maribel, con Miky mi amigo y vecino suyo, con La Chueca, don José Torres, nieto de los hermanos Torres que contrataron al papá del Profe Fernando.
Ya entrados en la plática me preguntaba:
“¿Tienes cigarros?”. “No fumamos”. “Que aburridos”.
Sentados en las mecedoras de su sala, todo lo que decía eran lecciones.
“A mi lo que me interesa es el folclor. Mis trece libros hablan de eso”. Sobre sus papás, su beca que le permitió ir a estudiar a Estados Unidos. Su trabajo como maestro en la UANL. Su relación con los grandes, como José Vasconcelos a quien conoció en unos cursos que dio en el Tecnológico de Monterrey, decía que le habían ofrecido ser rector del Tec, pero don Eugenio Garza Sada se negó diciendo: “Vasconcelos se va a servir del Tec, no viene a servir al Tec”. También hablaba de Ricardo Elizondo, Guadalupe Martí, Angela Peralta, del Monterrey antiguo.
En algunas visitas me permitía que saliéramos al patio. ¡Que jardín! Una colección de cactáceas impresionante, piedras, antigüedades, flanqueadas por dos arboles de limón. Eso es paz. Todo el esmero de un hombre.
En otro cuarto tenía un montón de libros regados, incluso en el suelo y él solito decía: “La cultura por los suelos”. Una de sus maestras le decía, al terminar su plática: “Salid, que vuestras acciones estén a la altura de vuestro pensamiento”.
Además del aprendizaje platicado, tres tareas intentamos hacer juntos, dos con su consentimiento y una sin:
1.- Me pidió que le ayudara a hacer un libro sobre el tío Laureano, que resultaba ser su tío, avanzamos pero no lo hemos terminado.
2.- Hacer una antología de sus libros. Se quejaba de que ni él tenía la colección completa y de que a mi me faltaba capacidad para hacerlo. “No podemos permitir que todo su trabajo se quede en el olvido”. A mi me resonaban las palabras que dijeron unos escritores “jóvenes” cuando nos preguntaron que porqué ahora tenemos buena oferta de libros sobre el noreste y antes no. La mayoría contestó: “Antes no se escribía de esta zona”. Yo me mordí los labios pensando en el profe Fernando, en Ricardo Elizondo, en Gonzalitos, en los Mendirichaga, Carlos Perez Maldonado, Eduardo Elizondo, Mario Anteo, Álvaro Canales Santos, Israel Cavazos, Isidro Vizcaya, Carlos Gonzalez, Aureliano Tapia, Eugenio del Hoyo, bueno hasta Alonso de León me daba vuelta en la cabeza. Yo insistía en cada visita sobre hacer la antología, y recibía un: “No tienes inteligencia”. “Y si me ayuda usted y alguien más”. “Sí te apoyas con el Ingeniero Humberto Jasso, si lo hacemos”. Yo junté libros de donde pude, hablé con la UANL para ver si podían apoyar el proyecto, hablé varias veces con don Humberto, desgraciadamente la salud del ingeniero fue menguando hasta que se nos murió, medio año antes que su amigo Fernando, con el pesar de su esposa, hijos y amigos. La antología está detenida.
3.- Que fuera parte de mi libro “De Estas Tierras”, esto si lo logré sin su permiso. “No tienes inteligencia”. Ahí aparece el profe Fernando yendo al dentista con varias de sus platicas que me hizo desde su mecedora. Nunca se lo enseñé, no me había atrevido. También sale en el quinto libro que estoy por publicar “Ruta del Olvido”. Ojalá sean parte de mi labor para que el profe Fernando Garza Quirós no se olvide y se aproveche.
¿Quién tendrá el léxico que él dominaba? ¿Cómo aprovechar tanta sabiduría, tanto amor por su tierra? ¿El carácter del norestense se está muriendo? Como lo voy a extrañar. Que fregonada haberlo conocido.
Con todo y su recio carácter, haber sido hijo único, y no haberse casado, siempre tuvo gente al pendiente de él. En mayor medida su vecino y doctor Américo Gutiérrez Gonzalez en quien depositó toda su confianza. Espero que entre sus sobrevivientes podamos hacer del Profesor Fernando Garza Quirós, un personaje norestense que se recuerde y que sirva de ejemplo para las actuales y futuras generaciones, con una biblioteca con su nombre y una reimpresión de sus libros.