Recuerdo la parábola de los talantes, donde un Rey se va de viaje y reparte 20, 10 y 5 talantes a tres súbditos. Al volver les pide cuentas, a los que desarrollaron más, los premió, al que se quedó con los mismos, lo condenó.
Tengo yo tantos dones, los tengo que aprovechar, para que generen frutos con los que daré cuentas cuando me toque.
¿Por qué he desperdiciado mi oído oyendo música a todo volumen, lo voy a extrañar cuando no pueda oír el recital de mi nieta?