El jueves 3 de marzo de 2022 me invitó el Cónsul de Corea del Sur en Monterrey, a un evento oficial del gobierno del país que representa para condecorar a un norestense. Gregorio Canales Zambrano, regiomontano, abogado de profesión, cónsul honorario del país asiático y primo mío.
¿Por qué el gobierno de Corea iba a condecorar a un norestense?
Ya lo había hecho hace año y medio y ahora venían a reiterarle su agradecimiento y ofrecerle ayuda.

La guerra de Corea fue un conflicto bélico que ocurrió en la península de Corea entre 1950 y 1953 donde se enfrentaron la República de Corea (o Corea del Sur), apoyadas por las fuerzas armadas de varios países comandados por Estados Unidos; y la República Popular Democrática de Corea (o Corea del Norte), apoyada por la República Popular China y la Unión Soviética. La guerra constituyó uno de los tempranos episodios de la Guerra Fría Acabando con más de 3 millones de civiles y casi el 15 % de la población del norte muerta. Constituye una de las guerras más sanguinarias de la historia.
Cinco años antes, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron dividir Corea en dos. Trazaron la frontera en el paralelo 38, quedando el Norte a cargo de la Unión Soviética y el Sur a cargo de Estados Unidos.

Gregorio, me explica que Corea del Sur, está muy agradecido con los veteranos de guerra que los apoyaron para poder mantener a su nación. En Estados Unidos, cada estado tiene una asociación de veteranos y a través de esta se mantienen condecorados y en contacto.
Hace dos años al embajador en México se le ocurrió buscar veteranos en nuestro país. Según las estadísticas, el 10% del ejercito de Estados Unidos, era de origen mexicano, esto da una cifra aproximada de 100,000 soldados.
En su búsqueda encontraron 10 veteranos, 6 de ellos ya fallecidos. El gobierno coreano mandó una comitiva presidida por un agregado militar para condecorar a cada uno de ellos, incluyendo a algún familiar de los fallecidos.
Así llegaron con don Jesús Cantú Salinas, de 87 años, viviendo en la colonia Mitras centro de Monterrey, NL .

Originario de Agualeguas Nuevo León, de donde era su madre, su padre era del pueblo de Allende del mismo estado. A la edad de diez años, la familia se traslada a la frontera norte, para que los niños pudieran seguir estudiando. En su pueblo natal, la escuela solo llegaba hasta 4º de primaria (igual que en 1910, 35 años antes, cuando mi abuelo vivía ahí). Así llegaron a la Estación Camarón, hoy parte del municipio de Anáhuac, Nuevo León, donde el padre se dedicó a la agricultura y el pequeño Jesús, seguía sus estudios y ayudaba a su padre en las labores del campo.
Pero el agua de la presa Venustiano Carranza salió salitrosa y los sembradíos de algodón no prosperaron en la zona. La familia se traslada a Nuevo Laredo, donde el padre consiguió trabajo en una hacienda.
El joven Jesús decide aventurarse a estudiar inglés, cruza la frontera y se matricula en una escuela de Laredo, Texas. No tenía dos meses estudiando cuando lo recluta la Armada de Estados Unidos para participar como soldado en la Guerra de Corea. Al día siguiente ya estaba uniformado y lo enviaron al estado de Missouri, donde lo capacitaron por cuatro meses. Los enviaron a Oakland, California donde los subieron a un barco directo a Seúl, tan pronto llegó lo enviaron al frente de batalla donde “fui bautizado”.
“Yo no quería matar, pero en la guerra o matas o te matan. Yo soy bendecido al estar vivo”.

En una ocasión, con su pelotón de la séptima división de infantería, duro 100 días con el enemigo enfrente. Participó durante 1 año y medio en esa guerra. Como pudo demostró que sabía de mecánica, aprendida en los ranchos donde trabajaba su padre y lo hicieron mecánico, pasó a ser ingeniero militar y después piloto aviador. Hasta que tuvo un accidente piloteando un avión donde solamente sobrevivieron dos personas y lo regresaron a Estados Unidos.
“Conocí al General McArthur, una persona muy respetable». También le tocó conocer al futuro presidente de Corea del Sur al terminar el conflicto armado.
Más adelante se enroló también en la guerra de Vietnam. Llegó a ser Sargento, teniendo a su cargo 17 soldados. Ahí combatió por dos años.
Le gusta mucho leer, nos presume su biblioteca. A su esposa la conoció de niño en un rancho cerca de Nuevo Laredo, se casaron en 1965 y tuvieron dos hijos, una vive en Estados Unidos y el otro en Guadalajara, con todo y la distancia se mantienen muy unidos.

Recientemente estuvo contagiado de Covid, pero ya se siente bien. Se reporta: “listo para participar en la Guerra de Ucrania”.
En mayo de este mismo año las autoridades coreanas hicieron un evento importante para celebrar el inicio de los trabajos de remodelación en la casa de don Jesús. Músicos, ballet, palabras de agradecimiento y entrega de reconocimientos, en compañía de familiares y vecinos, fueron parte del evento. Don Jesús y su familia quedó muy agradecida por el apoyo recibido.
Un país que reconoce a sus héroes, es un país con futuro.