Mi objetivo es mejorar, yo contra mí.
Una de las recomendaciones que nos hacen para vivir feliz es tener expectativas, yo agrego: que podamos lograr y que sean para bien. Cuando tengo el deseo de lograr, completar o avanzar en algo bueno, mis actividades del día tienen sentido.
En la mañana me hago estas preguntas ¿Qué voy a lograr hoy? ¿Va a valer la pena que me hayan regalado este día?
Dirijo mi entusiasmo para aprovechar el día en cumplir las expectativas con las que lo empecé. Así las situaciones que se me presentan las veo con más optimismo.
No siempre lo logro, pero, como diría Papayoyo: “si vale la pena, hay que terquearle”.
