Día de muertos en el noreste

Algunos puntos sobre cómo hemos vivido el tema de la muerte por esta zona:

Para los antiguos pobladores del noreste, a los que, para facilitar su estudio, les llamamos chichimecas, la muerte era una negación de su continuidad. Eran grupos pequeños que vivían como seminómadas, dependían unos de otros. Que se les muriera un compañero ponía en riesgo la supervivencia del grupo. Estos pequeños grupos se fueron acentuando en las llanuras de lo que hoy son los estados de Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. No tenían monumentos fúnebres y se sabe que en algunos casos comían un pedazo del difunto, ya sea por ser un familiar muy cercano o por ser un enemigo vencido en batalla.

Ya en tiempos modernos, los pueblos norestenses contaban con su camposanto. Con el crecimiento de la ciudad y de los capitales por el comercio y la industria, en 1900 se abre el primer panteón privado de la ciudad de Monterrey, el Panteón del Carmen. Este panteón es parte de nuestro recorrido que realizamos un sábado al mes por la Ciudad de Monterrey. ¿Ya lo conoces?

Nuestro querido Piporro en uno de sus corridos nos dice: «Se murió pa´ siempre Gumaro Sotero». A fin de cuentas, todos tenemos familiares y amigos a quienes extrañar, porque se nos adelantaron en el camino. A su memoria es que los seguimos recordando. Tú, ¿a cuántos llevas en la memoria?

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