Desigualdad, 3 de 4

Estamos siendo indiferentes ante la gente que sufre, que no tiene posibilidades. Son muchos y es poco lo que yo puedo hacer. Se nos va endureciendo el corazón con tanta tragedia que oímos, leemos y vemos.

Tiramos: el agua de la regadera mientras se calienta, la comida que lleva varias semanas en el congelador, el dinero en un adorno para la casa, la medicina que caducó, y (lo peor) el tiempo viendo la tele o quejándonos. Mientras hay un prójimo sin agua limpia para tomar, desnutrido, sin un techo donde pasar la noche, enfermo sin atención, o que se pasa tres horas de ida y tres de regreso para llegar al trabajo.

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